Tuesday, April 2, 2013

Esa irremediable idea del amor


Cuando no sabes que pensar y tu corazón cae al suelo a causa de mil ignorancias. Tu viento no es el mismo, tu cielo es distinto. Sientes un vacío en el estómago, algo te lo tuerce y se lo presenta a la realidad, que viste con telas de orgullo, sus labios peinados de victoria y de tu derrota.
En un hueco incomprensible te deslumbras, te desnudas sin remedio, mientras un nudo familiar se encaja en la garganta. Deseas ser diferente, ser su imagen perfecta, sin poder caer en el error. Todo esto cuando finalmente tus ojos se abren y se encuentran con tu realidad. Una realidad, nada es lo mismo. Supongo que todos en algún punto de nuestras vidas debemos caer en el abismo.
Pasan noches de sollozos, risas escondidas, palmadas amigables, lágrimas profundas, recuerdos que dominan y arrepentimiento. Sobretodo aparece el arrepentimiento. Te incita a olvidar, pero te recuerda lo que fue, lo que pudo ser, lo que pudiste haber evitado si nunca hubieras conocido al otro.
Es fiel amigo del masoquismo, porque lloramos al perder la costumbre, al recuperar la distancia y al notar que nada de lo que imaginabas fue convicto de tu realidad.
Pero con el tiempo se comienza a ser fuerte, y la indiferencia, sensata e inepta, se convierte en tu mejor aliado. Frente a la derrota, se acepta esta realidad diferente, que no se puede alterar. Nuestra realidad es que a pesar de todo, siempre caemos en este ciclo. Conocemos a alguien, confiamos, nos envolvemos entres sus brazos peculiares y el final termina siendo igual. Por esto es que nos cuestionamos si caemos bajo el poder del amor o la idea y el deseo del amor mismo. En un tiempo dado, detestamos todo lo que tenga que ver con ello, nos creemos impotentes, nos rebajamos a niveles insuperables para darnos cuenta que solo fue más que otro desamor en nuestra vida. Ni el primero, ni el ultimo ya que por alguna razón siempre terminamos en lo mismo, quizás con personajes diferentes, con situaciones similares, con versos que prometen, otros que comprometen y otros que son claros.
Seres emocionales, seres especiales. Así somos. Nacemos para sentir, disfrutar, pensar, amar.
Quizás en un momento dado sintamos que no existe otra alternativa y que herir a otros seres es normal, pero nadie merece ser herido a causa de nuestras malas experiencias. Sino alternamos su proceso de amar también, ¿no? Herimos porque somos heridos y aquel que nunca ha sido herido queda marcado para herir por alguien que lo hirió.
Siempre nos encontraremos con situaciones que no funcionarán, con caricias y momentos para recordar, pero nada hermoso dura para siempre y así mismo es la vida. No debemos sentirnos mal al concluir una etapa de nuestra vida, de las experiencias se aprende y es necesario uno lastimarse para aprender a curarse, a caerse para levantarse y a chocarse para recordar que no se debe cruzar por dicho lugar. Ser lastimado no es excusa para lastimar, ser querido de alguna manera u otra si es justificación para enseñar a querer a los demás. 

Excusas del corazón


          Con la demencia del corazón ciego se puede amar hasta en el masoquismo. Son pobres los versos que permiten saber hasta cuanto llega una visión absoluta, medida de promesas que ilusionan porque no se ha dejado de querer. Pero si el amor, que es tan completo e inocente, mas la necesidad de obtenerlo me indican que el corazón es el que manda. Y entonces, ¿quién manda al corazón? ¿La razón, la consciencia, el pensamiento o el alma? ¿De dónde proviene mi opción a escoger?
Luego de una gran parte de una vida huyéndole a la vida misma, a través de palabras bonitas, de roces que prometen, de besos que inundan la respiración, la oscuridad se desliza por las paredes que incitan a mentiras, a engaños, entre otras cosas que perjudican el desarrollo de la felicidad pura. Mientras se piensa, los ojos vigilan el ropero preguntando que me harán verme mejor en el día de hoy, no por mí, sino por el que me quiera regalar una sonrisa comprometida. Sin embargo, aquellas caricias que no se dejan en el cofre de los recuerdos y mucho menos detrás de la tinta de un bolígrafo para ser expuestos en papel, se mantienen en el corazón. Se mantienen dentro del dueño de las acciones y los pensamientos.

Thursday, February 14, 2013

Ella no sabe qué le pasa, pero las lágrimas se derraman


Últimamente la incógnita me invade visiblemente. Es difícil controlar mis sentimientos, descubrir a quién me parezco y descubrir quién soy a la misma vez. El joven de hoy día que se topa con tanto desengaño, tanto rencor, tanta angustia y preocupación. Sobre todo, se topa con la irremediable decisión de que tiene que salvar el  mundo bajo una etiqueta de “os sois el futuro”. Este argumento lo presento mucho, ya que es una etiqueta molestosa, e innecesaria. Siempre me pregunto el porqué de esto. ¿Por qué se refieren a nosotros como el “futuro”? No creo que sea justo exigirle que se remedien los problemas que las generaciones pasadas crearon, a alguien que no pidió nacer.
Eso es otro caso aparte. Lo que me perturba últimamente es esta inestabilidad que siento constantemente. Estoy en ese paso asqueroso entre qué debo hacer y que no debo hacer con mi vida. ¿Mudarme de mi hogar o sentir aguantando un ciclo vicioso de rechazo y cariño? ¿Continuar discutiendo con alguien que se ciega asimismo o simplemente dejarlo ser y alejarme de lo me afecta? ¿Estar conforme con cualquier chico que se me acerca e intentar complacerlo en todo o no rebajarme por nada ni por nadie? ¿Seguir luchando por mis estudios y dejar de poner excusas por mí misma o simplemente rendirme ante todo lo que parece más grande de lo que realmente es?
Y el problema mayor: mi perfeccionismo me deteriora cuando me mencionan mis defectos. Dicen que soy, aparte de perfeccionista, inmadura, manipuladora, impulsiva, desorganizada con mis cosas, incapaz de ser auto suficiente  entre otras. Entonces me pongo a pensar si todo esto tiene la mínima oportunidad de ser cierto. Siempre digo “por favor y gracias”, más cedo a alternativas. Simplemente estoy dispuesta a dar la primera idea para poder movernos enseguida, pero no quiere decir que si no se hace a mi manera está mal. ¿Es malo, pues, tener ideas y exponerse? ¿O debo volver a quedarme en silencio para no herir a nadie con mi honestidad?
Pensamientos que me acomodan en mi almohada y que me enredan mientras mi piel roza la sábana. A veces me siento como un ser tan horrible porque eso que piensan es algo que no quisiera ser y lo peor es que no lo he detectado. En momentos me pregunto cómo un hombre puede querer a una niña que sonríe porque está herida y no quiere demostrárselo porque es otro signo de inmadurez. ¿Cómo querer a una niña que ha estado toda su vida sola, ensangrentándose los brazos porque no encuentra una salida? ¿Cómo querer a una niña que se droga con pastillas recetadas para enfocarse, que quiere lo justo en el mundo y no comprende porque existe el mal? ¿Es bruta o se hace? ¿Es niña incapaz de madurar? ¿Hay algún problema con que se viste de tal manera porque no tiene como comprarse nueva tela y por tanto dice que no le importa la moda? ¿Es pecado vivir encerrada en un perfeccionismo, poniéndose excusas a cada rato? Quizás. El perfeccionismo no existe con condiciones. Las excusas son solo buenas para el que las da. Sin embargo, ella quiere ser mejor, pero a veces se le hace difícil porque no sabe en quien confiar, donde empezar y se escapa de lo que la estresa.
Eso sí es un pecado, más otra excusa.