Wednesday, January 31, 2018

Pánico

Inicialmente, te percatas del mundo a tu alrededor. Te percatas de quien eres como ser humano y lo diminuto que se vuelve tu vida…
Puedo observar más allá de mi visión periférica y sin embargo, en cuestión de segundos, el universo se vuelve tan pequeño... Larga vida que llevo, insignificante. Las paredes (esas cuatro paredes) se vuelven más cuadradas, más rectas, más estables y firmes. Las paredes se elevan, creando un escape imposible y la poca luz que existe, desvanece como eclipse solar. Puedo sentir mis glándulas salivares fallecer, mi garganta secarse y mi pecho apretarse. El aire no fluye, respiro el aire ajeno, aire que ahora comparto y que no llega en su plenitud a mi sistema.
La luz desvanece completamente; quedo atrapada en una manta de carbón donde no es reconocido mi esfuerzo por salir. Me consume dentro del vacío y la densidad me absorbe como tierra movediza. La oscuridad y yo nos convertimos en uno. No logro salir y no porque no quisiese, sino porque no sé como hacerlo.
No puedo evitar el llorar; por pena a mí mismo, por ser un simple mortal y poseer una imperfección de la cual se me culpa, que pesa más que mi voluntad, que me bloquea sobre cualquier cosa. No le deseo a nadie esta angustia injustificable y este deseo reprimido de estar en paz con mi alma. Os prometo que no lo puedo controlar. Tengo deseos de restrellar contra las paredes y correr hasta que mis piernas no puedan con mi peso, de buscar ese tan  ausente aire en el lugar más natural que pueda encontrar.

Tuesday, January 30, 2018

Un último primer beso

Era el velo de la incertidumbre; destello de anteayer y memoria insensata que no me hacía percibir lo que estaba justamente en frente de mí. Me convertí en mero indicio de mi auto destrucción, ocupando nuevas memorias sobre manzanas con sabor a veneno, porque no sabía discernir entre el pasado y mi realidad inmediata. El tiempo me había entumecido y sin importar el mínimo esfuerzo, nada me podía hacer ver el otro lado de la moneda. Rechacé toda oportunidad dirigida al placer porque entendía que estaba todo predestinado. La mala suerte era mi mejor compañía ya que no sabia como vivir sin ella, y él no tenia la culpa, pero de igual forma recibió su parte. Yo no sabía amar. Lo que me fue enseñado y mis ganas de dar de mi alma, piel, espacio y efectivamente tiempo, fueron lanzados como flecha entre arco hacía el espiral infinito de la angustia e inseguridad. Puesto que no encontraba sentido a exponer mis pensamientos y a sacar mi corazón a flote entre un mar de dudas. No era justo exponerme nuevamente a dar todo por quizás unos meses, días, horas o minutos. Y sin embargo quería, con todas mis fuerzas no cohibirme de estrujar mis mejillas de tanta irremediable felicidad. Yo quería rendirme entre sus brazos y vivir miles de experiencias a su lado, se diese la oportunidad porque él no sabía que mis deseos de impertinencia se habían agotado, y yo solo quería amor del bueno; del indescriptible e indiferente, del más inocente y puro que cualquier maestro de la Literatura pudiese expresar entre labios o un simple papel.