Vamos hacia un
asfixie de preguntas y dudas. Hacia un sinnúmero de oraciones sin sentido
y sin contestaciones. Esperan que “el futuro” resuelva el mundo. Esperan lo
mismo, esperan un cambio que tarda en venir, que no se sabe si en realidad
regresará a nuestros brazos.
Vamos hacia al
cambio, hacia el ruido de nuestras voces despertando la consciencia de una
sociedad decaída. Vamos hacia el ruido de nuestras voces que aclaman la verdad,
que aclaman que el mundo está de color gris, que sus nubes no quieren separarse
para abrir paso a una luz solar que alumbra los caminos de la esperanza, de la
sabiduría, de un mundo incógnito.
No nos
reconocemos al mirarnos en el espejo porque ya no somos dueños de nuestros
pasados, a la misma vez que de ahora en adelante no seremos dueños del futuro,
sino otros más que intentarán aportar a una causa inconscientemente. No somos
responsables por el mundo de ahora, pero si seremos responsables por permitir
que las noches frías continúen frías y que las rosas del desierto continúen sin
aparecer.