Para ellos es una rutina. Te miran y si
encuentran alguna chispa positiva, te quieren atrapar al instante. Pero esto
(solo una noche) para luego hostigarte durante la primera semana con mensajes,
llamadas, etc. Ya cuando llega la tercera semana (si no es que ocurre antes),
el juego se acaba, la aventura se convierte en pesadilla para aquella que lo
había convertido en rutina. Y entonces, dentro de esa búsqueda de lo ya
acostumbrado, él se aleja, arrepintiéndose de haber enviado las “señales
incorrectas”, solo para buscar a otra a quien mirar y buscarle alguna chispa
positiva.