“¿A qué le
tengo miedo? A no poder hacer todo lo que quiero hacer, a no recordar nada de
lo que hice, ni el poder encontrarme con los seres que amo en un futuro.
Supongo que es normal sentirme así.” Esto eran algunos de mis pensamientos que
me perturbaban entre un gran ataque de pánico que prometía ser duradero, al
menos hasta que el veintiuno de diciembre pasara.
Es que hay
tantas cosas que me gustaría hacer y el horror, y el pánico, siempre se apodera
cuando la incertidumbre la acompaña. Ninguno de nosotros sabe realmente que
puede pasar, por ende, tenemos que confiar en todo lo que papá y mamá (o papá
solo, o mamá sola, o abuelo, o abuela, o tío, o tía, etcétera) nos han enseñado.
Yo entiendo que no es culpa ni decisión de uno nacer donde nacimos o creer en
quién creemos. Me sorprende que en realidad todavía existan tantas religiones
con tantas cosas que la sociedad nos ha querido meter en la cabeza. Más creemos
en los científicos porque estudiaron por muchos años, en especial de cosas
fuera de nuestra vista, y entonces caemos bajo pánico. ¿El mundo se acabará?
Puede que sí, puede que no, pero os aseguro que ni los mismos científicos lo
saben. ¿Quién te dice que lo que llamamos historia es historia de verdad? Nadie
lo sabe tampoco, puesto que el mundo y la vida son cosas tan complejas que
nuestra capacidad mental no logrará entenderlo todo. ¿Qué si Dios existe? Nadie
lo sabe. Los seres humanos debemos de confiar plenamente y esperar que ese sea
el resultado.
Para mí si es
bien importante creer en un Dios o al menos creer en algo porque la espiritual
al ser humano lo calma ante las circunstancias que el cerebro no comprende. Y
dicen por ahí que la NASA asegura dicho fin del mundo, solo que lo han expuesto
simplemente como “una posibilidad” para que el ser humano viva una vida lo más
tranquila posible. Así cuando le dicen a alguien que tiene una enfermedad
mortal, que le quedan pocos días de vida y debería vivir todo como si no
tuviera nada. De esta manera es que asocio lo que está ocurriendo en estos
momentos.
Por supuesto
que me tiemblan las manos mientras escribo, pero es porque tengo problemas
mentales (creados por la misma sociedad abrumadora), por lo tanto, para mí un
ataque de pánico o una pequeña taquicardia es normal. En realidad lo más que me
pone así es que vivimos en una realidad donde siempre el futuro será incierto y
mi mayor pánico es que, como no sabemos nada, no sé que esperar. Yo quisiera
que alguien me asegurara que eso no es cierto, pero ni mi madre, mi calmante en
momentos de lloriqueo, me puede decir eso. Déjenme decirles que mi madre es una
mujer fuerte y situada firmemente en una religión. Ella se lo deja todo a Dios.
A mí, sin embargo, todavía me queda mucho por descubrir. Hay tantas cosas que
me gustaría saber, tanta gente que me encantaría conocer, tantas cosas que
quiero hacer.
Quiero conocer
mi origen (saber cosas sobre mi padre que nunca conocí), quiero conocer a mis
demás hermanos y a mis sobrinos (que me dejaron con ilusiones de verlos en
verano), quiero graduarme de la Universidad de Puerto Rico en Drama, quiero
estar en una relación completamente seria por primera vez en mi vida, quiero
tener un gato blanco y llamarlo Tembleque, quiero vivir por un tiempo con mi
mejor amiga, quiero visitar países, cambiarle la vida a alguien, ayudar a
alguien con necesidades, ser reconocida por algún cambio, tener hijos, pintarme
el pelo de mil colores, conocer a José José, conocer a Shane Dawson, vivir en
Italia por un tiempo, escribir una novela, rebajar un poco más, convertir a
“Anastasia” en una obra de teatro… ¡Tantas cosas! En realidad tengo una lista
mega larga que hice par de años atrás. ¡Toda una vida! ¿Qué no es difícil ser
joven en esta sociedad? Vivimos en una sociedad tan podrida y que se encuentra
inconclusa. Yo quisiera hacer un cambio, pero nuevamente, no sé que pueda
pasar.
Todo esto
comenzó cuando mi abuela murió hace once meses (el quince de diciembre de
2011). Ella fue quien prácticamente me crió y gracias a ella he aprendido
tantas cosas. Honestamente la envidio por haber nacido en una época tan
hermosa. Esa época de luchadores, de escritores, de gente que sonreía por todo,
de trabajadores, de soñadores, de líderes, de curanderos, de enamorados plenos,
de triunfadores, y sobre todo del EJEMPLO. Si no la vuelvo a ver, sería muy triste.
¡Por supuesto que somos tantos los locos! La vida es tan rara, tan complicada
(y no por lo difícil, aunque lo es, sino porque no tiene una explicación
simple). Y es incierta. Yo solo puedo esperar que todo lo que me han dicho es
verdad. Por eso a mí me falta mucho por aprender porque ahora mismo yo no tengo
una religión definida, ya que me han metido tantas cosas en la cabeza que ya no
sé ni que creer. Más vivimos en una vida en donde no recordamos nada de lo que
pasó antes con claridad, solo momentos y vamos pasando por esta vida bajo una
rutina. La escuela, los pasatiempos, todo eso. Yo todavía me encuentro en esa
etapa. A mis diecinueve años todavía estoy dentro de la rutina de la
Universidad, sin tiempo para poder vivir plenamente. Luego de la rutina, ya
cuando nos graduamos, es que comenzamos a dirigirnos a hacer lo que queremos a
hacer para luego establecernos en un hogar y darle vida a otros seres para que
vivan su vida. Entonces es que envejecemos y nuestra memoria se debilita para
poder enfrentarnos a una muerte. ¿Por qué vivimos entonces? ¿Cuál es la razón
de nuestra existencia en el planeta? ¿O simplemente no tiene que tener
explicación?
Es normal mi
miedo, pero como dice mi madre, no puedo dejar que el miedo me supere. Si el
mundo se acaba pronto, sería una pena no poder hacer nada de eso. Si no hay una
Gloria, sería una mayor pena no poder volver a ver a tantos seres maravillosos
que he conocido en esta vida. Si no entonces, ¿por qué los conocí? Muchos se
confían que dijeron lo mismo para el dos mil (2000), pero para
ese tiempo muchos también se encontraban así porque todo nuestro futuro (de
este preciso momento en adelante) es incierto.
¿Algo positivo
que puedo ver? Si se acaba el mundo pues mis familiares no serán los que
tendrán que borrar mi Facebook, ni mis otras cuentas, ¿no? Jaja, mentira. Soy
charra a veces, pero hay que buscarle un humor a todo.
Pienso que
todavía faltan cosas por ver, como la primera presidenta de los Estados Unidos,
la paz mundial, el progreso de esta generación, el mejoramiento del planeta
Tierra,la finalidad del racismo, los diferentes
planetas que hay por ahí, la igualdad de los seres, la independencia de muchos pueblos, el descubrimiento
de todo lo que nos rodea, entre otros.
No voy a
pensar en lo peor, sino en lo mejor que pueda pasar. En diez días me toca hacer
mi selección de cursos en la Universidad y estoy muy emocionada porque todo
indica ir en buen camino. Digo, si no es que nuevamente llegue mi turno y me
tenga que conformar con lo que queda. Y nuevamente, como todo en la vida, nos
queda esperar. Al menos por mi parte me queda confiar en que pase lo que pase,
todo estará bien.
Más si lo
hubiese sabido antes, ni hubiese estudiado. Sin embargo me hubiese dedicado a
cambiar al mundo para uno mejor para que cuando el final nos encuentre,
nosotros le respondamos con que hicimos el mayor esfuerzo por estar unidos en
vez de destrosarnos a nosotros mismos de una manera irreal.
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