Tuesday, January 30, 2018

Un último primer beso

Era el velo de la incertidumbre; destello de anteayer y memoria insensata que no me hacía percibir lo que estaba justamente en frente de mí. Me convertí en mero indicio de mi auto destrucción, ocupando nuevas memorias sobre manzanas con sabor a veneno, porque no sabía discernir entre el pasado y mi realidad inmediata. El tiempo me había entumecido y sin importar el mínimo esfuerzo, nada me podía hacer ver el otro lado de la moneda. Rechacé toda oportunidad dirigida al placer porque entendía que estaba todo predestinado. La mala suerte era mi mejor compañía ya que no sabia como vivir sin ella, y él no tenia la culpa, pero de igual forma recibió su parte. Yo no sabía amar. Lo que me fue enseñado y mis ganas de dar de mi alma, piel, espacio y efectivamente tiempo, fueron lanzados como flecha entre arco hacía el espiral infinito de la angustia e inseguridad. Puesto que no encontraba sentido a exponer mis pensamientos y a sacar mi corazón a flote entre un mar de dudas. No era justo exponerme nuevamente a dar todo por quizás unos meses, días, horas o minutos. Y sin embargo quería, con todas mis fuerzas no cohibirme de estrujar mis mejillas de tanta irremediable felicidad. Yo quería rendirme entre sus brazos y vivir miles de experiencias a su lado, se diese la oportunidad porque él no sabía que mis deseos de impertinencia se habían agotado, y yo solo quería amor del bueno; del indescriptible e indiferente, del más inocente y puro que cualquier maestro de la Literatura pudiese expresar entre labios o un simple papel.

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