Cuando
no sabes que pensar y tu corazón cae al suelo a causa de mil ignorancias. Tu
viento no es el mismo, tu cielo es distinto. Sientes un vacío en el estómago,
algo te lo tuerce y se lo presenta a la realidad, que viste con telas de
orgullo, sus labios peinados de victoria y de tu derrota.
En
un hueco incomprensible te deslumbras, te desnudas sin remedio, mientras un
nudo familiar se encaja en la garganta. Deseas ser diferente, ser su imagen
perfecta, sin poder caer en el error. Todo esto cuando finalmente tus ojos se
abren y se encuentran con tu realidad. Una realidad, nada es lo mismo. Supongo
que todos en algún punto de nuestras vidas debemos caer en el abismo.
Pasan
noches de sollozos, risas escondidas, palmadas amigables, lágrimas profundas,
recuerdos que dominan y arrepentimiento. Sobretodo aparece el arrepentimiento.
Te incita a olvidar, pero te recuerda lo que fue, lo que pudo ser, lo que
pudiste haber evitado si nunca hubieras conocido al otro.
Es
fiel amigo del masoquismo, porque lloramos al perder la costumbre, al recuperar
la distancia y al notar que nada de lo que imaginabas fue convicto de tu
realidad.
Pero
con el tiempo se comienza a ser fuerte, y la indiferencia, sensata e inepta, se
convierte en tu mejor aliado. Frente a la derrota, se acepta esta realidad
diferente, que no se puede alterar. Nuestra realidad es que a pesar de todo,
siempre caemos en este ciclo. Conocemos a alguien, confiamos, nos envolvemos
entres sus brazos peculiares y el final termina siendo igual. Por esto es que
nos cuestionamos si caemos bajo el poder del amor o la idea y el deseo del amor
mismo. En un tiempo dado, detestamos todo lo que tenga que ver con ello, nos
creemos impotentes, nos rebajamos a niveles insuperables para darnos cuenta que
solo fue más que otro desamor en nuestra vida. Ni el primero, ni el ultimo ya
que por alguna razón siempre terminamos en lo mismo, quizás con personajes
diferentes, con situaciones similares, con versos que prometen, otros que
comprometen y otros que son claros.
Seres
emocionales, seres especiales. Así somos. Nacemos para sentir, disfrutar,
pensar, amar.
Quizás
en un momento dado sintamos que no existe otra alternativa y que herir a otros
seres es normal, pero nadie merece ser herido a causa de nuestras malas
experiencias. Sino alternamos su proceso de amar también, ¿no? Herimos porque
somos heridos y aquel que nunca ha sido herido queda marcado para herir por
alguien que lo hirió.
Siempre
nos encontraremos con situaciones que no funcionarán, con caricias y momentos
para recordar, pero nada hermoso dura para siempre y así mismo es la vida. No
debemos sentirnos mal al concluir una etapa de nuestra vida, de las
experiencias se aprende y es necesario uno lastimarse para aprender a curarse,
a caerse para levantarse y a chocarse para recordar que no se debe cruzar por
dicho lugar. Ser lastimado no es excusa para lastimar, ser querido de alguna
manera u otra si es justificación para enseñar a querer a los demás.