Si te interesa saber, escribo lo que me interesa. Ambiente. Teatro. Literatura. Cine. Vida.
Tuesday, November 5, 2019
Wednesday, October 9, 2019
Espero
Con la esperanza de un beso,
Sus pétalos, tiernos,
Que susurran utopías disfrazadas de encantos.
Sonrío ante la memoria de una casualidad.
Me traen recuerdos,
De pasiones aun no escritas,
Me traen promesas,
Suspiros de medianoche.
Son fuegos artificiales,
Que disparan como orgasmos,
Reencontrándose,
Fuera de tiempo y de alcance.
Es su disposición,
Su ternura y mi amargura.
Es su enredo,
Colándose entre la entraña,
Y que,
entre la ausencia,
Aún sabré esperar.
Sunday, September 29, 2019
Sentido
Cuando se acaba, es un proceso de duelo.
Algo indigno de aceptar, pero hay que aceptar.
¿Dónde quedan esos recuerdos si al final quedan
cancelados?
¿Cuál, entonces, es el sentido de amar?
¿Dónde quedan las paveras espontáneas?
¿Dónde quedan las caricias a medias?
Por eso somos claros al crearle una coraza a nuestra
existencia.
Para que no procedan a amortiguarnos.
Si a fin de
cuenta, ¿en dónde queda la lección de vida que no servirá de nada?
Más que para proteger y sobreproteger nuestro sentir
de los viles recuerdos,
y las temerosas
memorias que quieran construir sobre nuestra existencia.
¿En dónde quedan las promesas de media noche,
de charlas de carros en estacionamientos,
y palabras entre miradas enamoradas?
A fin de cuenta
solo son palabras.
El amor se convierte en irritación.
En la falta de deseo y de empatía.
Los recuerdos son recuerdos.
¿Cuál, entonces, es el sentido de amar?
¿Cuál es el sentido de entregarse?
Si cuando se acaba, la ilusión desvanece, las noches
son más largas,
La calle está demasiado llena, el agua demasiado espesa,
El ruido más potente y el vació más distante.
Y en el caes. Flotando entre el espacio abismal.
Esos ojos reconocidos, esas que te devuelven la mirada
a diario,
Te hacen entender:
Que en la vida todo el mundo es indispensable,
¿Cuál, entonces, es el sentido de amar?
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Tuesday, September 17, 2019
El café se volvió amargo
De un
tiempo para acá y con varios intentos fallidos, descubrí que no todo el café era
digno de probarse. Todo depende del gusto y yo, tendía a ser especifica con el mío:
término medio, una cucharada y media de azúcar. Por alguna razón a no todos le
quedaba igual. Inclusive mi madre, que utilizaba el mismo café, la misma leche
y el mismo azúcar que yo, siempre resultaba diferente en sabor al que yo misma
me preparaba.
Evidentemente.
No todos eran iguales.
Recuerdo
que cuando lo conocí, meses luego de nuestro primer beso, y dos meses dentro de
una relación, fuimos a su hogar. Él se encontraba en la cocina, preparándome un
café, frustrándose porque quería que todo fuera perfecto. Con una probada entre
mis labios, había jurado que era el segundo mejor café de mi vida. Eso fue hace
once meses específicamente. Por circunstancias de la vida, el sabor del mismo
se volvió amargo. No lográbamos definir el porqué. Si era falta de detalle o
ignorancia del detalle existente y fueron arduos meses de sentir entre las glándulas
salivares una tos atascarse por el raro toque de grano molido y hervido.
No
fue hasta que la ausencia de una taza, que me hiso entender eso que dicen de “no
sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”. En efecto, nunca había deseado tanto
algo en la madrugada. Habíamos descuidado nuestros sentires hundiéndonos entre
los amaneceres y atardeceres; no nos dedicábamos a amar—nunca fuimos de dejarle
saber a todos cuan grande era ese sentimiento para ambos. Por ende, me toca
llorar en silencio, porque no me daba cuenta de que lo que nos llevó al borde,
en parte fue por quejarme de como serían las cosas en vez de apreciar las que
realmente tenía.
¿Seria
capaz él de ceder una nueva oportunidad? Al malentendido, a la interpretación,
a la sutilidad del entendimiento, a la aventura, a los errores, a la cordura
entre palabras, y yo sigo aquí sin entender como mejorar dentro de mi imperfección
porque yo no me debo disculpar de ser humana. Solo me disculpo de no haberme
dado cuenta que tan insensible pude haber sido por no abrir los ojos antes y
ver todo lo que me decía que yo hacía, entre lágrimas. Fui irremediablemente
ciega. Y juro ceder. Juro enmendar. Juro quebrantar esas partes indeseables de
mi frágil existencia.
Porque
mi amor, mi deseo por probar entre lenguas la dulce y espesa finura de su taza
de intento y dedicación. Que por mas fuera de lo regular fuese, sigue siendo
una taza existente. Una taza presente que nunca dejo de estar, mucho menos
cuando yo más la necesitaba.
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Friday, August 2, 2019
El olor del aire
Que quede escrito en los libros de historia,
De los hijos de mis hijos,
Sobre como el aire huele a revolución.
Séptimo mes que conmemora,
Sangre, lucha y gloria.
Nación alerta, finalmente despierta.
Entrelazados entre injusticias, haciendo su justicia.
Soltando lágrimas de pudor.
Hermosa Borinkén, aspirante democrática,
Tus colores girando sobre el mundo.
Tu nombre en los labios de la multitud;
Renace.
Que se lea entre letras,
Desde la vista de los toldos por ventanas aéreas,
Manifestaciones, mentiras y sonrisas
Empatía, incertidumbre e ira.
Los calderos retumbando,
Exigiendo un merecido descanso,
Enchuma’os sin arrodillarnos,
El canto del Encanto, que del polvo surgió.
Monday, May 13, 2019
The Man Who Patted My Head
Every time the clock hands would stir,
My breath caught up with it,
Watching the shifts and turns,
Of time and my body aging.
Although I was a mere boy,
I understood what was needed,
The only hands that held me,
Were delicate,
Manicured,
And clean.
Not once did my father hold me,
Just a pat in the head, a kiss upon
Mom’s cheek.
He came when the clock would advise,
Every day a different shift in the hands
of time.
He would bring a bread,
He would bring the day’s paper,
But he would never bring himself to stay
a little longer.
Saturdays for golf,
Sundays for locked doors,
Consuming his time working on folders,
Focusing my time on what carried my
attention,
Sometimes cars, sometimes colors,
Never my father’s embrace,
Always my mother’s.
As time went on,
His work became his burden;
No time to check his heart.
We wore black upon his casket,
The one who did not understand.
How I missed him while the clock changed.
Before I wondered:
Who is the man, that used to pat my
head?
Un Día Más
Despertar.
Era todo lo que tenía que hacer para entrar en el mismo intento de alegría. En
la misma idea que me imponen los que creen que saldrán de esta rutina
incomprensible.
—¡Mariana!—gritó lo que parecía ser la voz de
mi madre. No pensé en lo mucho que me molestaba su actitud frente a la escasez,
como reaparecían exigencias dentro de mis silencios, más bien dirigidos en que
cocinaría en el día de hoy con los escasos recursos que poseíamos.
Solamente en eso dedicaría toda mi mañana—en caminar
ciertos kilómetros o millas al pie desnudo en busca de la comida del día. A
penas vivíamos en un espacio, rodeados de un cubo de cemento de los pocos que
quedaban en la ciudad. Me parecía motivo de agradecimiento, porque teníamos más
que muchos. Solamente en dos ocasiones, en donde por falta de alimento en
lugares cercanos, había logrado alcanzar las costas, pero para que no me pasara
nuevamente, creé un plan. Realicé una lista en donde normalmente se encuentra
una que otra cosa ya sean animales, o plantas con frutos. Nunca era seguro el
hecho de que ahí hubiese algo, pero eso sólo era el primer paso.
La lista consistió entre los lugares más cercanos
hasta los lugares más lejanos. La búsqueda, como dije, duraría toda la mañana,
pero también puede que dure más. El caminar hacia allá solamente me tomaría
tres horas enteras. Al menos eso estimaba.
Recuerdo la última vez que mis ojos contemplaron las
hermosas telas pintadas de azul, rozando contra la arena, como si me exigieran
en susurros que las acompañara. Paseaban sus curvas en movimientos unidos pero
descontrolados. ¿Cómo era eso posible? Solo sé que era lo único que me decía
que el viaje largo valía la pena.
Mi madre, anterior a todo, solía llevarnos a menudo.
Preparaba bultos de cosas que no necesitaba, con tal de que no le hiciera falta
nada. Suspiraba ante la ironía. Eran días largos bajo el sol, creando manchas
que nos adornarían hasta el alma. Ahora solo eran días largos bajo el sol, en
búsqueda de no una mejor vida, sino de acoplarnos a ella.
Mis ojos se fueron abriendo sin deseo y con máximo
esfuerzo, me levanté de lo que pudimos convertir en nuestra cama. Luego de
haber perdido las esperanzas frente al cambio repentino de tenerlo todo a nada,
mi madre se ingenió un cartón, rodeado de bolsas y ropa vieja que habíamos
encontrado en el camino. De esto básicamente se componían nuestras paredes: de
inventos y obsequios que nos ofrecía la suerte. Por supuesto, siempre y cuando
no nos encontrásemos a alguien en el camino que lo quisiera adquirir primero.
Sin pensarlo, fijé mi mirada al cielo y le agradecí a
quien quisiera escuchar. Era muy difícil saber a quién creerle en este mundo.
Solo pedí, que, si hubiese algo allá arriba, que escuchara mis plegarias.
El agradecimiento duró más de lo necesario; desde el
rabo del ojo pude ver a mi madre entrar apresuradamente, vestida de ropas
grandes que indicaban que andaba con el grupo que intentaba reestablecer las
tierras.
Vi cómo se detuvo un instante como si estuviera
pensando que hacer. Luego de unos segundos, se retiró, probablemente
contemplando mi acción sencilla.
Mi fe y deseo de estar en harmonía con el mundo era lo
único que me permitía un poco de paciencia, tanto para mí, como para los que me
rodeaban. Era donde único se me permitía un tiempo sin molestias, ni reclamos,
ni exigencias.
Al terminar mis agradecimientos, me levanté del suelo
y doblé el viejo y desgarrado pedazo de cartón, acomodándolo en una esquina,
para crear más espacio para nosotros.
—¿Vas a salir hoy?
Me volteé al encontrar unas sombras. En mi trance de
readquirir valentía, ni me había percatado que mis tres hermanos se habían
despertado. Pues, con el grito de mi madre, ¿Quién no lo
habría hecho? Con un beso en cada una de sus cabecillas, les rogué que contuvieran
la paciencia y esperanza necesaria. Sería entonces esto mi motivación inicial y
como mi amuleto de buena suerte para encaminarme a mis diligencias.
Caminé por el ardiente
campo, mendigando entre las pocas brisas que se avecinaban y gotas de cortesía
que se deslizaban por mi yugular. De un tiempo para acá, ya no era mucho lo que
quedaba. Había sido un golpe de brisa precisamente lo que nos había arrancado
los lujos, las necesidades y para algunos la vida. En menos de siete meses,
según marcábamos en la pared, nuestra isla se había convertido en tierra de
nadie y tan drástico cambio, provocaba lágrimas que solo quedarían estancadas
entre los comienzos de mis ojos. Jamás las permitiría salir.
Después de un tiempo,
arrastrando mis piernas, a lo lejos avisté una planta en crecimiento y con
mucha calma, me recosté de mis rodillas y me incliné hacia ella. Justo cuando
mi mano se extendió, abrazando su verdura, entrelazándola en mis dedos para ser
extraída, sentí un azote entre mi rostro que me llevó al suelo. Sorprendida
ante al ataque, rebusqué con la vista la razón de mi desorientación, hasta que
encontré, no muy lejos, un papel periódico, arrugando y con la tinta casi en
vela.
Hacía tiempo no veía uno
de esos…
Desesperadamente, me
dirigí hacia él, raspando la tierra en un intento de cogerlo. Vi sobre una
esquina un titular nauseante:
Septiembre 15 de 2058:
El día del fin, masivo fenómeno que podría destruir
Es que ni yo misma me
quería acordar de ese día. Gritos, sollozos, gente corriendo y gente
perdiéndose entre sus propias masas. Nosotros éramos de los pocos que
quedábamos porque decidimos quedarnos ese día. Mi hermanita menor cumplía y su
deseo mayor era pasarlo en familia. Por supuesto Papá nunca estaría, ya que
siempre se encontraba trabajando. Nunca supimos que pasó con él. Aun mi madre
lo espera en la entra de nuestras paredes.
Decidí empujar esos
recuerdos fuera de mi memoria y con ellos el periódico, porque ya eso no pesaba
importancia. Al menos no en estos momentos donde mi enfoque era mayor.
Estiré mi brazo,
alcanzando lentamente el alimento mientras recorrían por mi mente imágenes de
sonrisas tibias de mis hermanos. Estaba segura de que les iba a gustar esto que
les traía; sabía que estarían agradecidos de mi esfuerzo.
Y eso era todo lo que
quería…sus sonrisas.
Y era todo lo que
pedía…un cariño dentro de este abismo de sucesos y carencias, que se nos
deslizaban de las manos.
Y eso era todo lo que
deseaba…hacer el más mínimo cambio, mientras caminaba regreso a mis paredes, a
preparar algo que silenciara más allá que los dolores externos, el interno.
En eso consistían mis
días. En amar…en vivir, y en esperar por un cambio…que pudiera no haber llegado
nunca.
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La reunión de las serpientes
La
noche era partícipe de su encuentro. La luna nunca había estado tan perfecta, a
pesar de estar oculta entre la neblina.
Entre
las ventanas transparentes de un local de la ciudad, las lluvias primerizas que
prometían la bendición, caían, alejándolas de la cotidianidad que las sumergía
en el aburrimiento. Es por ello que las cinco serpientes se pusieron de acuerdo
para participar de sorbos de agua pesada y charlas entre lenguas, de esas que
erizan su piel, ya de por si escamosa.
Era
necesario endurecer su exterior, para minimizar la molestia de los acuchillados
que se daban entre espalda por su simple hipocresía. Sus cabellos con tonos
similares a los rayos del sol, pero con miradas más oscuras que el mismísimo
abismo.
Fueron
una a una, deslizándose entre las butacas, ya con copa en mano, brindando por
lo que las unía. Si es que algo podría unir a cinco seres tan independientes. Sus
sorbos entre sorbetos, para que no desvaneciera el color del labio (con cuidado
de no atorarse entre los colmillos delanteros). Entre rondas incontrolables, la
coherencia y la adjudicada finura abandonarían la mesa, invitando la torpeza y
un reflejo de su verdadera identidad. Solo una de ellas, no tan arpía, de vez
en cuando vertía su mirada, presionando su boca, como queriendo controlar su
consciencia.
Como
era de costumbre, su falta de similitud, las llevaba a tornar sus
conversaciones. Sus temas de conversación de volvían monótonos e inservibles.
Entre
el: <<
¿Cómo estás? Bien, ¿y tú? Bien>>, las dejaba en un limbo auto
dominado por querer aparentar su fallida amistad.
No
compartían más allá de su rutina, y sin encontrar comodidad entre ella, siempre
pasaban a esparcir su veneno, rápido y pesado, sin temor a quien lo pudiese
capturar.
El
veneno, con figura deforme, balseaba entre ellas, con movimientos bruscos y
cortos. Al ritmo de sus palabras, danzaba, jugaba, se elevaba entre las cinco
lenguas largas y filosas. Terminaba en su mismo fin, luego de ser jamaqueado
entre su espacio, el veneno queda plasmado sin movilidad absoluta.
Las cinco
serpientes se miraban entre sí. Entre ellas la duda pertinente de quien era la
que llevaba el resto. Competían entre escotes y perfumes para ver quien dirigía
las reuniones subsiguientes. En dónde no tenían temas verdaderos, ni atributos
interesantes. Solo eran cinco pendejas que no tenían nada en común, sino un chisme
poco alarmante. A quienes te besarían la mejilla, para que pronto fueras la
victima de su próxima reunión bajo los efectos de un trago barato.
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Monday, April 8, 2019
En la oscuridad no me defino
pasa que ya no lloro,
que un latido es más consciente, más alarmado,
que las noches son presentes,
no como cuando en mis sueños paso.
¿qué pasa que ya no me emociono?
desvivirse es solo un recuerdo,
aspirar es solo eso.
me vuelvo parte de la pared, de la silla, de la cama.
mi existencia se funde,
mientras encuentro un sentido,
a,
una,
sola,
vida,
que me ve pasar, en silencio.
no soy nadie importante,
solo cuando me reconocen,
porque no conocen mi nombre,
pero tengo uno,
y no me iré pronto.
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Wednesday, April 3, 2019
Carta de desahogo de una madre estudiante (no te lo tomes tan en serio)
De yo, a yo, y el que quiera leerme:
Podría comenzar mi argumento o queja tirando palabras soeces y maldiciendo
cada una de las situaciones que se me han presentado para desviarme de mi meta.
Y si, podría “auto atacarme” por mi defectuosa habilidad de sobrepasar muchas
de ellas, porque después de todo, el punto de este escrito es desahogarme.
Comencemos con (valga la redundancia) el comienzo: soy madre y soy
estudiante. Me independicé por elección, me embaracé por elección, porque los niños no salen de matas de plátano,
y de eso nadie tiene culpa, lo reconozco, pero quiero reconocer también que entre
la frustración de asimilar mi realidad, me encuentro muchas veces con un sinnúmero
de situaciones defectuosas que limitan mi progreso y me atrasan, encima creándome
mayor ansiedad de la que ya llevo por condición humana.
Estudiar dentro de instituto No Mencionado pero probablemente acertado,
ha sido un rompecabezas de infinitas piezas desde el comienzo, porque previo a
mi embarazo, todos son excusas y vueltas para realizar tareas tan simples.
Recuerdo que el semestre luego del fallecimiento de mi abuela fue bien cuesta
arriba y mi progreso académico se vio altamente afectado por una depresión consecuente
que terminó conmigo abandonando mis estudios e independizándome. Post-embarazo,
decido retomar mis estudios porque realmente nunca los quise dejar, simplemente
quería tomarme un tiempo en lo que me reencontraba en el mundo, y eventualmente,
así surgió, dejando medicamentos y adquiriendo más horas de sueño.
Pero todo era un peo. Si, así mismo lo voy a describir. Ahora mi
enfoque, aunque eran terminar mis estudios, era mi vida personal con mi hija
quien se encontraba en un declive, mientras balanceaba dos trabajos, el poco
tiempo que podía estar con ella y la Universidad, que encontraba demasiado
exigente, pre-María, durante María y post-María. Era yo o los profesores que me
asignaban parecían no tener piedad, actuando como si lo único que uno hiciera
en la vida era estudiar. Eso es uno de los problemas: la cantidad de exigencias
y materiales que quieren que uno aprenda (muchos de ellos pretenden que nosotros
sepamos todo lo que ellos saben con un doctorado, en cuatro meses de estudio).
Encima de eso, cada semestre me pasaba una situación diferente. Me enfermaba,
me asaltaron, etc. Nuevamente, de nadie esto tiene culpa. Pero, ¿saben lo vergonzoso
que es tratar de explicarle una situación a tu profesor tratando de no sonar
como una paquetera, afrentando situaciones reales y que a fin de cuentas no le
importara?
Paquetera = mentirosa compulsiva, embustera, creadora de cuentos irreales
o fantasías.
Créanme, hasta yo mismo dudaba de mis situaciones y trataba de defender
el hecho de que una persona no podría estar tan
salada. Pero, esa era yo. Creada en un envase del mar, adobada con todas las
sales del pasillo de un supermercado. Sin contar que la modernización, o el
intento fallido del mismo, en vez de servir de ayuda, muchas veces surgía como
parte de un atraso masivo. Mucho de esto se reflejó más aun cuando María nos
sopló más que un vientito de Rosa de
Guadalupe. Ahí sí que se pusieron los huevos a peseta: sin sistema, sin
luz, con calor, con prisa, con mucha información.
Tener que esperar ciertas fechas para seleccionar tus cursos y que no
enviaran recordatorios. El calendario: tienes que ir tu a la pagina oficial de
la institución, bajarlo y rogar que no se te olvide. La selección de cursos, días
asignados, si te pasas del día, no puedes hacer más que esperar. Haces
matricula, tienes que confirmarla, por
internet, sino te quitan los cursos. Las clases: SI LOGRAS CONSEGUIR ALGO. He
tenido amistades que tienen que atrasar su graduación un semestre por una clase
porque no consiguieron espacio. ¿Qué? A mi me parece completamente absurdo.
Una vez realizas tu selección, tienes que ir la pagina a pagar por
internet y si no tienes tarjeta de crédito o Paypal tienes que ir a un oficina, a conseguir un papel, e ir a
otra para pagar e ir a otra si quieres copia oficial de tu programa. Al menos
antes te lo enviaban por correo. Aunque podemos entender, guardar papel, salvar
papel, claro. Si no fuera que necesitaras tu programa para todo cuando no encontraras
tu tarjeta de identificación y para tu disponibilidad en el trabajo.
Logras hacer todo, has diez vueltas y cuando estas a punto de terminar: hora de almuerzo. Eso se respeta, pero
sabes que tienes que estar dos horas más ahí metido para que una vez abran la
puerta, o termines tú de tomar tu receso de alimentos, la fila que habrá no
será de menos de quince minutos. Y no cuento asistencia económica, ni
veteranos, ni solicitudes de cualquier tipo, filas de admisión, entre otras.
Si tienes alguna duda por teléfono, olvídalo. Avanzas mas yendo
directamente al instituto y haciendo una fila. Si tienes la mala suerte, como
me paso a mí, de que me hayan registrado en la clase equivocada, porque si no
consigues cursos, tienes que ir departamento por departamento a buscar tus
clases, tienes que ir otra vez departamento por departamento a arreglar tus
cursos, porque muchas veces, los empleados están tan ocupados o hastiados de
ver tanta gente, que no pueden acceder a las páginas necesarias para poder
ayudarte. He tenido mis semestres en donde agraciadamente, el Ángel de Secretaria
de mi departamento se pone a hacer veinte mil llamadas con tal de que no de la
vuelta.
Si los departamentos estuvieran uno al lado del otro, bien, pero el
cardio del día lo haces en este momento. A veces llegas y te encuentras con una
lista de espera de cursos que sobrepasa las dos páginas. Sigo sin entender como
es posible, pero es posible.
Ya tienes estrés y aun no has entrado ni comenzado tu primer día. Entre
la emoción de los colores de las libretitas, selección de bolígrafos y bultos,
tras viene una lista en donde los profesores te anticipan que tienes que
ajustarte los pantalones para que el semestre no te coja nalga-afuera. Personalmente yo no puedo tomar mas de cuatro
clases, porque no tengo la capacidad de manejar mis responsabilidades fuera del
campus, y mezclarlas a mis estudios lo suficiente para tomarme un día de
estudio, o llegar a casa y hacer mis cosas. Hay que cocinar, ir a la escuela,
recoger, lavar ropa, preparar todo, acostar para cuando Morfeo lo tenga amarradito
en su abrazo, poder sacar mi libreta, a veces a las once, doce, una, para poder
continuar estudiando, levantarme a las 5:00am y continuar el proceso.
Llego dormida muchas veces, luego de un tapón de horas, y opto por tener
cada segundo que puedo para estudiar. Pero a veces uno llega con material preparado,
y sin haber discutido nada, ya andan diciéndonos que tenemos que entregar para
la próxima clase. Hacemos nuestros trabajos con éxito si no trabajamos, si
trabajamos en la noche, me encontrarán con una libreta en una esquina mientras
hago mis cubiertos o tengo un grupo de quince preguntando por mí, mientras descubro
porque el Imperio de Roma ha caído.
No internalizo la información, tengo que volver a releerla, y he perdido
el gusto de mi cliente porque no le di un vaso de refresco de las siete veces
que me lo pidió. Muchas veces cuento con
el apoyo de mi madre, pero aun así, juro que no es tarea fácil. Lo intento. Me
lleno de frustración intentar dar lo mejor de mi y si me pasa alguna situación personal,
intentar explicar sin tener una cara de lechuga porque no encuentro valor para
explicarme sin que sea una excusa. Porque no debería ser una excusa. Solo
intento mantenerme al margen de mis responsabilidades sin sacrificar ninguno de
mis lados, específicamente de la cordura.
Mi desahogo viene por dos lados específicos: la modernización (tecnología),
y el rol de los profesores en el progreso académico de sus estudiantes. Específicamente
cuando ellos son los líderes de estas generaciones que tienen como recurso
institutos como estos, que aunque deficientes, son el método para ellos progresar
en la vida.
Algunos profesores utilizan varios métodos cibernéticos para que
nosotros realicemos nuestros trabajos. Recuerdo cuando me asaltaron a mitad de
semestre, con un examen al próximo día y todos mis trabajos que estaban en la
computadora y USB se fueron a la verga. Con mi rostro entre lágrimas, vergonzosamente
tuve que hablar de algo que no quería hablar y como yo tenia suerte de estar
viva, pero no suerte de no tener volver a hacer todos mis trabajos y alcanzar
la clase en menos tiempo.
Los textos ya no son tan accesibles como antes, así que el proceso de
bibliotecas y adquirir los textos es otro vaivén resumido en veinte vueltas más.
Muchas veces repetidas, dependiendo de donde tus profesores quieren que saques el
material.
Los programa cibernéticos, correos electrónicos, muchas veces no funcionan
de forma efectiva y es triste cuando los profesores no saben simpatizar con la
idea y quieren convertirse en ese profesor que todos odian porque es demasiado
exigente. ¿De verdad eso es un “goal”?
Cuando en realidad, todos estamos en el mismo barco. Yo no cojo beca, por tanto
yo reconozco el valor de mi tiempo y mis estudios como para querer apostar en
contra de ello. Mi meta es pasar tu clase, por tanto, no me lo hagas difícil.
Si el programa falla, si el correo no se quiere enviar, permíteme buscar una
alternativa para hacerte llegar las cosas, porque tengo el material y el trabajo disponible, en vez de decir: “tiene
que ser así” o “resuelve”. He sabido repetir una clase porque un trabajo no se
ha querido enviar y simplemente me rindo al tratar de buscar una alternativa y
explicarle al profesor que no quiere ceder. Así esta el sistema: estudiantes
repitiendo cursos porque sus profesores no quieren ceder, en lo mínimo.
Hablo de mi y de otros colegas a los cuales me dice: pichea, total, yo la cojo el semestre que
viene con otro y sino me doy de baja.
YO no
me puedo dar ese lujo, y me lo he dado, por simplemente no querer seguir compitiendo
con el hecho de que “otros estudiantes pudieron hacerlo y usted no”. Es una
realidad universitaria. Me recuerdo haber llorado, ahogada en mis propios mocos porque un formato de video no era compatible
con mi pequeñita RCA Tablet, que me regalaron mis compañeros de trabajo cuando
me asaltaron y me robaron la computadora. Los videos no querían subir, primero,
borré todo de mi computadora, los pasé a un USB, uno a uno los videos, les
cambié el formato, llamé a mami llorando porque no había dormido ni comido y
llevaba horas bregando en ello. No había podido ir a la universidad en tres semanas
porque ambas mi hija y yo estuvimos muy
enfermas con vomito, diarrea, fiebre, influenza, etc. Y decidí hacer el trabajo
del video sola, con ayuda de mis amistades que podrían venir a casa. Terminamos.
El video no quería funcionar. No era compatible con mi programa de editaje. Pedí
una oportunidad para enviarlo luego lo cual fue completamente denegado, ganándome
una F, bajando mi nota en clase. Sin añadir que esas semanas que falté, por no
ir al doctor para mí, sino por llevar a mi hija, enfocándome en ella, no serían
justificadas, automáticamente bajando mi nota nuevamente.
Reitero que es una carta de desahogo, pero no entiendo el afán de
algunos profesores, porque miren que hay muchos, de no querer o permitir que sus
estudiantes encuentren alternativas para poder cumplir con sus
responsabilidades. El punto de toda esta experiencia es que hagamos las cosas,
que aprendamos, que crezcamos y para muchos, crecer en la vida es cerrando la
puerta en la cara porque no llegaste a tiempo, para probar un punto de responsabilidad.
Pero llegué. Pero aquí estoy. Pero lo hice.
Porque la responsabilidad muchas veces va de la mano con la competencia
y la vida no debería serlo. Quizás por eso, aunque estoy estudiando Literatura,
no podría ser educadora en un instituto, porque no me veo cohibiendo a seres
que solo quieren superarse en la vida, solo porque la vida esta tan
sistematizada, que me lo exige a mi como educador. No tengo la capacidad de
jugar con el tiempo, dinero, e intelecto y muchas veces deseo de otros seres
que solo quieren pasar tu bendita clase porque le es requerido para quizás algo
mas grande. En donde no es su enfoque, pero lo tiene que hacer. En donde no es
de su interés, pero lo hacen de igual forma. Y no me confundan, he tenido
profesores excelentísimos educadores, pero que no joden tanto al final del día.
Cierro mi punto,
Saludos.
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Saturday, March 30, 2019
Colibrí
V.
me lanzo como colibrí al néctar,
me concientizo,
de mi falta de ingenuidad.
que, si la vida es prestada,
que la tela y el cuerpo,
caducan entre deseos,
de estar un poco más,
durar un poco más,
reinicio y me enfrento.
que no puedo cambiar,
si dejo de existir,
si dejo de vivir,
si dejo de sentir,
me desenfoco de las líneas de mis yemas.
que soy finura esculpida,
por suerte o dirigida.
por si no hay luz prometida,
ni oscuridad definida,
continúo estando sin escapar,
amando mi perfección autónoma.
Saturday, February 16, 2019
A Mi Ma
VII.
te
llené de exigencias vacantes,
por
negarme a ver tu realidad,
de
esa mujer madrugadora,
que
se tenía que empolvar de falta de tiempo,
de
camino a su ocho a cuatro.
esa
mujer,
que
se levantaba a las cinco,
para
darnos de comer.
esa
mujer,
que
llegaba después de las cinco,
y
perdía nuestro crecer.
te
llené de exigencias sin contenido,
disfrazados
de ira,
que
no comprendía en reclamos,
pero
había escuela,
había
plato en mesa,
tiempo
y con que para jugar demás.
te
veía en tiempos a medias,
te
llene de exigencias entre quincenas,
por
tu repetida ausencia,
que
no comprendía hasta que me tocó,
soltar
tu mano,
y
hacia mi vida encaminarme.
solté
tu mano para,
coger
una que ahora me dice: mamá,
a
quien dedico mis desvelos,
a
quien dedico mis hambres y ajoros.
ahora
comprendo,
que
eran mis propias manos las que entrelazaban en el cuello,
y que
no estabas por no estar.
tu
ausencia me permitió no carecer,
ni
padecer,
me
dio mucho más que lo que hoy aprecio,
ojalá
algún día sus ojitos exigentes puedan entender,
que
lo que yo lloro en silencio,
es por ella y solo ella.
Tuesday, January 8, 2019
De dónde vengo
I.
sanguijuela
perversa
¡despega!
encarnas
mi miedo,
con
sabor a,
aceite
de castor.
peleas:
encerrada
en mi contratiempo.
baila
en silencio,
el
flamenco,
tumba
en canto,
lo
que queda de mi torpeza,
en
sí mismo,
en
su ritmo,
encerrado
entre el tambor,
y
una vieja castañuela,
de
mi tatarabuelo y abuelo,
aunque
más jibaro que el cafetal,
y
que el mismo agüeybaná,
que
vence el miedo.
tumbá
en cantos,
pero
recuperando alientos.
VI.
con
las añoranzas hechas enseñanzas,
repartimos
recetas de efervescencias,
para
que no se despiste la cultura,
de
pelar gandules con artritis.
bailando
salsa mientras se echa salsa,
susurrando
viejo castellano,
y
un turimpumpám,
que
surge de repente,
sin
saber cómo.
corriendo
tras la lluvia,
porque
dependemos del día,
abriendo
tierra, arrancando raíces,
de
sobre,
vivencia,
nacimos
para volvernos polvo,
de
sabor,
y
curar todo con vic vapo rú,
mientras
bendecimos hasta lo malo.
Experiencia con Mayra Santos Febres
Promoción Coraza/Corazón |
El
pasado 12 de diciembre, a casi a un mes de hoy, tuve el placer de participar en
un colectivo de poetas, artistas y escritores en crecimiento, presentándonos en
Casa Ruth bajo la mentoría de la Profesora Mayra Santos Febres.
La
actividad, llamada Coraza/Corazón,
consistió en declamar poesía diversa de diferentes maneras, dejando ir nuestra
coraza referente a temas como el padre ausente, el amor, situaciones personales
o incomodidades como jóvenes y seres humanos. Al final de cada poesía,
dejábamos caer los papeles al suelo como símbolo de exhalación que se toma al
dejar ir todo aquello que nos pesa. Como donativo de entrada, se requería un
pedazo de ropa interior que simbolizaba el dicho de “quitarnos las pantaletas
ante el miedo de decir lo que sentimos”.
El curso de poesía fue en sí, bajo mi perspectiva, un proceso de reencuentro
sobre lo que significa ser. Hablamos de miedos personales, familia, el amor, la
situación social, tanto mundial, el futuro, la vida en general—¡usted imagínese!,
si no fue partícipe. Sólo le digo que, dentro de cada uno de los poemarios, existía
al menos un poema del cual usted se podría identificar.
El proceso de entrenamiento para el mismo, fue uno sencillo, comenzando por
escribir lo primero que viniera en mente y de ahí partir. Usualmente esto es un
método bastante efectivo cuando no sabes de que quieres hablar. Dentro de ello
te das cuenta de los temas presentados tienen una particularidad similar,
definiendo así, el tema principal. Compartimos opiniones generales, expresando
nuestro sentir sobre como la vida nos refleja y afecta, utilizando la poesía como
método para sacar y expresar nuestras incomodidades.
Entrevista WKAQ 580 |
Pasando
cerca de fecha, tuve además la oportunidad de participar en una entrevista
corta publicada en la página cibernética de Facebook de WKAQ 580 con Janet Pérez Brito, en dónde junto a dos compañeras:
Andrea Marcano y Cindy Lee Santiago, pudimos dar a conocer algunos de nuestros
textos, al igual que promocionar la presentación y hablar de nuestras
experiencias propias con el proceso.
Foto por Tahir
Narváez
|
Junto
con Andrea, además era partícipe del otro curso dado por Mayra: Auto-Ficción;
curso que comparte las mismas características, pero a modo de cuento. El
proceso para este fue uno un poco más profundo y personal, enfrentando nuestros
mayores secretos, temores, y convertirlos en una Literatura, que me atrevo a
decir, que los llevará muy lejos si cada uno de sus autores deciden desarrollarla.
Pueden encontrar un pequeño
adelanto (que además fue presentado en Coraza/Corazón)
dentro de la página cibernética de Facebook de HerCampus UPR del cual una
nuestras compañeras, Jeissy Lee
Casilla, forma parte. Al igual que en su página personal, semanalmente se han
publicado algunos de los textos del grupo.
Foto por Rafa Torres |
Ambos
grupos resultan una colectividad sorprendente que demuestra una vez más como los
jóvenes de hoy día NO están perdidos como la gente aun lamentablemente piensa.
Y nota destacar, que los jóvenes de hoy día NO somos responsables por resolver
los problemas creados por las generaciones anteriores, que muchos de nosotros
nos sumamos a esta guerra, viviendo a plenitud. Que nosotros también sentimos, también
nos preocupamos, también queremos, también luchamos y que este grupo de
escritores, artistas, poetas, están más que listos para comerse al mundo y llenarnos
de algo muy valioso y digno de escuchar.
Ambas
clases me encarrilaron en mi pasión, y me enseñaron que no estaba tan sola como
pensaba. Hay muchas voces que desean hablar y no deberían ser cohibidas.
¡Fue
un mes bastante productivo y de reencontrarme en mi camino! Gracias a mis
compañeros (específicamente los de Auto-Ficción, en dónde se creó un grupo muy unificado),
gracias a amistades por siempre andar atentos, apoyándome en mis caminos y a
Mayra, por enseñarnos que nuestros sueños no son tan pequeños como pensábamos.
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